CESVIMAP, preparándose para el Panda Raid (parte I)

La  solidaridad, la ayuda y el compromiso para solucionar situaciones de  necesidad de terceras personas es una constante en CESVIMAP y MAPFRE a través de distintas maneras; ya lo dice nuestro leitmotiv, “gente MAPFRE, gente dispuesta a ayudar”. En el Panda Raid 2018, combinamos solidaridad y aventura.

Panda Raid es un rally amateur de larga distancia –y resistencia– que se celebra en Marruecos anualmente, en marzo, donde más de un centenar de equipos deciden desafiar “la suprema ley del sentido común” y lanzarse a una aventura a bordo de un viejo Panda o un Marbella. Por territorio marroquí, a través de un recorrido de 7 etapas que ponen a prueba las capacidades físicas y mentales de los equipos y las mecánicas, se dejan atrás la civilización y la tecnología, navegando exclusivamente con brújula. Lo importante no es el tiempo ni la velocidad; es llegar a la meta ayudando, entre otros objetivos, a construir escuelas sostenibles en zonas deprimidas del sur de Marruecos. Cada participante destina una parte de su cuota de inscripción a la financiación de dichas escuelas. Por otra parte, a cada vehículo se le exigirá llevar 20 kg, como mínimo, de material escolar, y hacer entrega de dicho material en los lugares elegidos por la organización.

Al inicio de cada etapa todos los participantes reciben un libro de ruta (roadbook de papel) con distintos puntos de paso, que han de realizar en un tiempo estimado por la organización. Se parece a las carreras de regularidad, donde prima la orientación, la habilidad y en las que el manejo de la brújula es indispensable para llegar en los tiempos fijados a los controles. Priman velocidades medias relativamente bajas, entre 30  y 40 km/h.

Las etapas, por regla general, rondan los 300 y 400 km, y discurren por parajes de lo más diversos. Las  pistas de tierra se combinan con superficies horadadas, en forma de ondulaciones, provocadas por el paso de vehículos. Ello hace incómoda la circulación y eleva la fatiga de los elementos de suspensión, con el consiguiente riesgo de rotura o desprendimiento. En el paso por ríos secos la posibilidad  de quedarse atrapado es muy elevada e implica,  muchas veces, echar  pie a tierra, con pala en mano y dispuestos a  cavar, para poder liberar  al vehículo y conseguir salvar la situación. Las zonas trialeras también forman parte del itinerario, las piedras incrementan el riesgo de rotura de algún elemento mecánico. El paso por ríos y zonas húmedas, donde mojarse no es una opción, sino un hecho, y las dunas, donde la arena está garantizada, son también retos a superar.

En definitiva, no es un viaje de placer y la forma física es clave para soportar todas las contingencias que vayan  apareciendo.

Desde el punto de vista de intendencia, la organización proporciona un campamento, donde se incluye un comedor  para el desayuno y la cena, un camión de asistencia con mecánicos y repuestos varios –a precios del madrileño barrio de Salamanca–, duchas para el aseo personal y servicio médico. La parte de descanso es aportada por cada uno de los participantes con su propia tienda y saco de dormir. Y es muy, pero que muy recomendable, llevar un colchón de aire.

Este Raid tiene una duración de 7 días. La primera etapa es de enlace, desde Madrid, lugar donde se realizan las verificaciones, hasta el puerto de enlace (Almería o Algeciras) para cruzar el estrecho. La aventura comienza realmente el segundo día, en tierras de Marruecos (Nador o Tánger), para finalizar el último día en Marrakech. La vuelta de cada participante a su lugar de origen es libre.

La aventura comienza, como su nombre indica, con un vehículo modelo Panda o Marbella, (4×2 o 4×4), de Seat o Fiat, cuya fecha de fabricación sea anterior al 2003. Este tipo de vehículo se caracteriza por su sencillez de construcción y mantenimiento, omitiendo cualquier elemento de lujo de los que disponen los vehículos actuales.

Las exigencias de preparación por parte de la organización consisten en: ITV en vigor, sistema protector del cárter, ganchos o anillas fijadas al vehículo en su parte delantera, un bidón homologado de combustible de 20 litros, 2 ruedas de repuesto, un extintor de 2 kg o dos de 1 kg, diámetro de llanta de 13”, una eslinga de 5 m, una conexión de 12 V en el interior, triángulos de emergencia y una caja de herramientas.

No está permitida la instalación de un sistema de escape libre, salidas de escape por el lateral del vehículo, sistemas de arrastre eléctrico del tipo “cabestrante” ni cinturones de competición “tipo arnés”, salvo que el vehículo esté equipado con un semiarco de seguridad.

En nuestro caso, CESVIMAP participará con nuestro compañero, Ángel González-Tablas, en el Panda Raid 2018 con el dorsal 149. A partir de aquí será él quien de su puño y letra nos explique su aventura:

“Todo comienza cuando, aprovechando un vuelo a Barcelona con mi mujer para visitar a nuestro hijo (el otro miembro del equipo), en el momento del despegue, le transmito mis intenciones. Su respuesta fue “¡estáis locos!”. La llegada a Barcelona fue como una partida de mus, elevación de cejas, para enviarle el mensaje de aprobación a mi hijo.  

El siguiente paso fue la búsqueda de un coche que se adaptase a las circunstancias y a un presupuesto inicial. Por fin, dimos con un posible candidato. Reviso sobre todo sus bajos, sin importarme demasiado su aspecto exterior (tenía deformadas todas sus piezas exteriores, incluido el techo, tras haberse “desmoronado” sobre él una rama de un árbol). 

Nuestro Marbella es de 1996, catalizado, con inyección monopunto y matrícula de Ávila, dato que nos alegra.  Acto seguido, lo llevamos a casa y la primera sorpresa: ¡No arranca! Consigo meterlo en el garaje a empujones, desmonto el motor de arranque lo limpio, reviso las conexiones y, por fin, con un sonoro rugido, arranca. 

Pruebo el coche por caminos, en un día caluroso, por encima de los 26 grados, y observo que el electroventilador  no entra en funcionamiento. Verifico las conexiones, cambio el manocontacto y el tapón del radiador. Ahora ya va bien. 

Sigo probando y el electroventilador sigue sin marchar correctamente. Compruebo el termostato y observo que está anulado; lo sustituyo y funciona correctamente. Pero la duda de cómo se encuentra el motor sigue presente. 

Realizo una limpieza en profundidad de todo el interior del coche. Para ello, desmonto los asientos y, para  mi sorpresa, me encuentro unas tablas en el cojín, que pretenden suplir  la falta de muelles y que hacen  muy incómodos los asientos. 

Llega la hora de pasar la ITV. Lo rechazan, porque los frenos traseros no frenan. Mis compañeros técnicos de CESVIMAP, Pablo González y José Ignacio Jiménez, cambian los latiguillos, las zapatas y los bombines. Vuelvo a intentar pasar la ITV y, de nuevo, es rechazado. En este caso, los compensadores de frenada traseros no funcionan. Los cambiamos tras una titánica búsqueda para encontrarlos, y por fin el vehículo pasa la ITV correctamente. 

Presento el proyecto en el que me he embarcado a la Dirección de CESVIMAP. Me manifiesta su total disponibilidad, por parte de la empresa, para acondicionar el vehículo, y con carácter voluntario para los compañeros que deseen participar en la preparación. Todos sin excepción deciden ayudarme en esta aventura solidaria. 

Pablo, nuestro experto mecánico, comienza comprobando el motor, por las dudas surgidas. En cuanto a la compresión, no parece que tenga una bajada importante entre cilindros, pero es necesario hacer un reglaje de válvulas, comprobar culata y un reglaje de taqués. 

La siguiente fase será el acondicionamiento del coche para adaptarlo a las exigencias de la prueba.”

 

Continuará…