Editorial: A vueltas con el vehículo autónomo

La idea de un vehículo que circule por sus propios medios, sin necesidad de que haya un conductor al volante, parecía un sueño para destacados segmentos de la sociedad hasta hace poco.

Sin embargo, hace unos meses la consultora AlixPartners encuestó a 6.700 conductores preguntándoles sobre su inclinación por la conducción autónoma. La respuesta fue contundentemente contraria a la misma, sobre todo por percepción de falta de fiabilidad.

A principios de este año, Audi anunció que paralizaba sus inversiones en el desarrollo de vehículos 100% autónomos; recientemente, Mercedes-Benz se ha expresado en idénticos términos. La complejidad de programación de todas las posibles combinaciones de factores que se pueden dar en la vida real durante la conducción hace inviable poder lanzar un algoritmo de control 100% fiable con la tecnología actual. Adicionalmente, la investigación en este tema consume cantidades ingentes de recursos.

Por eso, en este clima, sorprende la intención del gobierno de Reino Unido, que pretende autorizar en la primavera de 2021 el uso del control de crucero automático adaptativo a las condiciones de tráfico en las autovías del país, permitiendo al conductor leer, consultar el móvil u otras tareas ajenas a la conducción, a velocidades inferiores a 110 km/h. La asociación mundial de centros de investigación homólogos a CESVIMAP (RCAR) se posiciona en contra de esta iniciativa. No es aún el momento para dar este paso.

CESVIMAP lleva años estudiando en profundidad la eficacia de los ADAS o sistemas de ayuda a la conducción segura y las estadísticas avalan su beneficioso impacto en la reducción de accidentes. Sin embargo, creemos que hay todavía tantas vías para perfeccionar y enriquecer sus funciones y un porcentaje de coches aún sin equipar, que resulta ilógico apuntar actualmente a la conducción autónoma. Llegará con vehículos específicos, en entornos específicos y para usos específicos. Después… ya veremos.