Hoy se cumplen 70 años del nacimiento de una de las entidades que mayor y más rico bagaje técnico e institucional atesora dentro del sector viario.
A finales de los años 40, el estado de las infraestructuras de carretera de nuestro país podía calificarse de lamentable sin temor a exagerar. Durante la Guerra Civil (1936-1939), los trabajos de construcción fueron inexistentes, y tras la contienda, con una red viaria profundamente afectada por la campaña militar, la reconstrucción se vio dificultada por la escasez de materiales y la inexistencia de maquinaria. En este contexto, se fragua la Asociación Española de la Carretera (AEC), que nace oficialmente tal día como hoy de 1949.
Siete décadas –y muchas aventuras y desventuras– después, la AEC se ha convertido no solo en una de las entidades más veteranas del sector, sino también en una de las instituciones que mayor y más rico bagaje técnico e institucional atesora.
De Chicago a Madrid
El gran impulsor y socio fundador de la Asociación fue el ingeniero técnico de Obras Públicas Miguel Montabes Calle. Montabes residía en Estados Unidos cuando en 1948 la American Road Builders Association (ARBA) celebró en Chicago su primer Congreso. La convocatoria de este encuentro llegó hasta España y despertó el interés de políticos y docentes, pero nadie en nuestro país consiguió el visado de entrada en USA. Miguel Montabes fue, pues, el único español que asistió a esta cita y, por lo tanto, se le consideró el representante de la nación española ante la comunidad viaria mundial allí congregada.
Durante las sesiones técnicas, los responsables del ARBA encomendaron a los delegados de los países extranjeros la constitución en sus estados de origen de asociaciones similares a la estadounidense. Así nació la Asociación Española de la Carretera, de la mano de este ingeniero y gracias al apoyo que en España recibió de Marcelino Ahijón, Ingeniero Jefe de Carreteras del Ministerio de Obras Públicas, y del Doctor Ingeniero de Caminos, pintor acuarelista y académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Ángel del Campo y Francés.
Desde aquel momento, el objetivo primordial de la entidad fue conseguir una red viaria segura, de calidad, que propiciase y garantizase el progreso económico y el bienestar social, y con capacidad suficiente para poder cumplir su función de servicio público a la totalidad del territorio.
Muchos años han pasado desde entonces. Y aunque el espíritu fundacional de la Asociación sigue vigente, la evolución que ha experimentado ha sido, sin duda, profunda y compleja.
Una nueva AEC
Nuevos ámbitos de trabajo, nuevas circunstancias socioeconómicas, formidables innovaciones tecnológicas y técnicas, incluso nuevas corrientes de pensamiento han ido marcando continuos retos para la Asociación, metas que, una vez alcanzadas, volvían a fijarse más lejos aún.
Su permanente adaptación a todos esos cambios es lo que ha hecho posible no su mera supervivencia, sino su transformación en un referente para el sector viario nacional e internacional, para los medios de comunicación y para la sociedad en su conjunto. Su proactividad en las redes sociales, el avance hacia la digitalización de todos sus procesos, el desarrollo de plataformas virtuales que contribuyen a la ejecución de sus proyectos y a la difusión de sus iniciativas convierten a la Asociación en un organismo vivo, dinámico y altamente emprendedor. En definitiva, en un líder técnico y un referente de información y opinión rigurosas.
Esta labor de liderazgo en la defensa de las infraestructuras viarias tuvo su compensación en 2005, cuando la Federación Internacional de Carreteras (IRF) le concedió el Global Road Achievement Award en la categoría de Advocacy and Lobbying. Con este premio, se reconocía la capacidad de la entidad para transmitir tanto a la opinión pública como a los gestores viarios la necesidad de desarrollar una red de carreteras moderna, segura y eficiente como condición imprescindible para alcanzar mayores cotas de progreso.