La unidad probada es la 2.0 TDi 190 CV Xcellence Plus, con tracción total y DSG de 7 velocidades. El modelo equipa todos los sistemas de ayuda a la conducción, ADAS, de SEAT.
Sorprendentemente, el mayor de la gama es increíblemente fácil de conducir. Dinámicamente es muy ágil, más parecido a lo que podríamos esperar de una berlina que de un SUV. Las suspensiones son muy firmes, y permiten elevados pasos por curva, a la vez que suaves, y filtran bien las irregularidades de la carretera –más difícil, teniendo en cuenta sus llantas de 19”–.
El puesto de conducción resulta agradable, porque todo está al alcance, con una posición privilegiada en la carretera y, también, fuera de ella. Tanto es así que, durante mi incursión por la Sierra de Gredos, pensé: ¡Qué vistas! Ésta es la mejor televisión del mundo. La dirección es suave y maniobrar es tremendamente fácil gracias a sus cámaras 360° y sensores de aparcamiento, si bien algo ruidosos –es decir, pitan en continuo cuando todavía hay bastante margen de maniobra– y eso desespera un poco.
El sistema de frenos es superlativo, reteniendo las casi dos toneladas de coche con una firmeza envidiable. En las carreteras de montaña se merienda las curvas sin esfuerzo y, lo que es más importante, sin ningún balanceo. Otro punto destacable es la insonorización del habitáculo. Aunque sea imposible eliminar por completo el sonido del aire por las dimensiones frontales de un SUV, SEAT se ha esforzado, y ha conseguido el aislamiento a la altura de una berlina de gama alta.
En contraposición, la caja de cambios DSG de 7 velocidades me ha resultado un poco perezosa, y la electrónica no se adapta a las necesidades de conducción. El motor empuja muy bien, pero el sistema no elige correctamente la marcha en numerosas ocasiones, principalmente en recuperaciones o circulando en ciudad con pendientes pronunciadas. Es necesario “tirar” de levas frecuentemente. Los 190 CV son más que suficientes para este modelo, para este coche voluminoso. El consumo medio se ha quedado en 7,9 l/100 km, subiendo en ciudad alrededor de los 10 y bajando en carretera a 7,0, aproximadamente. Si bien no es un consumo muy eco, teniendo en cuenta las dimensiones y prestaciones del vehículo es muy bueno.
En la versión con tracción total, la ruleta de modos de conducción incluye dos “mapas” extra. Uno es para el descenso en pendientes, utiliza el ESP para mantener una velocidad constante de descenso de entre 3 y 5 km/h. Otro, para nieve o terrenos de baja adherencia. El reparto de par se adapta bien a las blancas condiciones de mi sierra preferida. Lástima que no equipe neumáticos de todo clima para un mejor agarre.
Hablando de sistemas de seguridad, el SEAT Tarraco equipa todos los posibles a día de hoy por la marca española. Funcionan muy bien los relacionados con el aparcamiento y el control de distancia en carretera (ACC). Y de manera adecuada, sin lujos, el sistema de mantenimiento de carril (LKS), el de advertencia de ángulo muerto (BSD) y el de frenado de emergencia (AEB). Este último me dio varios falsos positivos, que asustan, ya que el vehículo únicamente aprovecha la señal del radar delantero para este fin, sin combinarla con la de la cámara, que haría un funcionamiento más refinado. El sistema de advertencia de velocidad y detección de señales de tráfico continuamente muestra avisos cuando rebasas la velocidad de la vía. El problema reside en que no discrimina qué señales se aplican sólo durante un determinado momento; por ejemplo, la limitación de 20 bajo una señal de paso de peatones o de badén aplica únicamente a ese “peligro”. Pues bien, el sistema que incluye el Tarraco lo aplica a toda la vía hasta que lea otra señal diferente. Esto también ocurre con desvíos en carretera. El resultado es una desconfianza del usuario en el sistema, perdiendo credibilidad y, por ello, utilidad.
En líneas generales, el Tarraco me ha sorprendido gratamente. Se trata de un coche grande con capacidades todoterreno (o SUV avanzado) que se conduce como un compacto con un buen motor.